Hay algo en la fotografía de Francesca Woodman que atrae y aterroriza. Hay cuerpos y figuras femeninas borrosas, retorcidas o intervenidas en medio de espacios roídos y abandonados. Cuando se les ve, por momentos parece que los cuerpos quieren escaparse de ese mundo; en otras ocasiones, esos mismos cuerpos se confunden con cualquier mueble rancio…