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Ámsterdam, una de las más esperadas de todo el viaje.

Montar en trenes holandeses es una excelente experiencia, especialmente si uno viene de Bélgica y de usar esos trenes tan viejos. En Holanda los trenes son impecables, todos son trenes rápidos (igual que en Francia), tecnológicos y con servicios especiales como WiFi. Si, puedo sonar como un cavernícola cuando me emociono por decir que un tren tiene WiFi gratuito pero, ¿qué hago?, en todo el viaje nunca había visto eso y además encontrar en Europa algo que sea “gratuito” es de las cosas más difíciles que pueden retarlo a uno a hacer.

El tren viaja por entre cultivos de tulipanes y a pesar de que no estábamos aún en temporada a los holandeses no les importaba, en todo el recorrido de 3 horas (a unos 200Km/h) sólo vimos invernaderos con microclimas controlados para que los tulipanes no paren de crecer todo el año. Así es todo en Holanda.

Ámsterdam llama la atención desde su llegada. La estación está perfectamente ubicada frente al canal principal que conecta el Markermeer (ese grandioso lago artificial con que los holandeses decidieron agrandar su país) con el mar del Norte y tiene una perfecta vista de bienvenida a uno de los anuncios de la campaña “I Am sterdam” que hace parte de la promoción turística de la ciudad. Frente a la estación está la oficina de turismo que se llena tanto que toca solicitar un número de atención como una especie de consultorio clínico. Les recomendamos que no cometan el error nuestro: ¡Reserven el hotel antes de llegar! Dado que es una de las ciudades más turísticas de Europa, conseguir hotel es casi imposible, así que usen la oficina de turismo para solicitar un mapa e indicaciones para llegar a un hotel previamente reservado.

Nosotros tuvimos que caminar unos 4 kilómetros con la maleta en los hombros tratando de encontrar un hotel hasta terminar hospedándonos en el hostal más impersonal y costoso de la ciudad: StayOK Hostel, cadena de hostales que sinceramente no recomiendo en lo más mínimo porque son enormes, por lo cual son supremamente impersonales y costosos, por su tamaño es casi imposible hacer amigos de viaje como en otros hostales más pequeños y la experiencia “hostelera” se pierde por completo. El hostal además cobra cualquier elemento extra a precios exorbitantes: una toalla 6 euros, un cepillo de dientes 4 euros, una cerveza 5 euros, y así, sigan impresionándose con el “maravilloso” lugar. La noche siguiente cambiamos de hostal y encontramos uno un poco más lejos del centro con camas similares a las anteriores y casi a la mitad de precio.

En todo caso les recomiendo que a la hora de buscar hostal lo busquen cerca al centro por el “Red Light District” porque es la zona donde están los mejores hostales, aunque si su idea es pasar más tiempo visitando los museos y descansando un poco cerca al Vondelpark (donde queda el famoso StayOk) hay varios hoteles muy buenos pero que no bajan de 90 euros la noche.

Ámsterdam es todo lo que dicen y hasta más, es la ciudad que hace honor a la expresión “ver para creer”. Sí, hay mujeres en todas las ventanas del “Red Light District” cubiertas por una tenue luz roja; sí la mayoría son feas pero es muy fácil encontrar secciones escondidas de mujeres que podrían ser modelos de cualquier marca de ropa interior; sí también hay hombres, hombres travestis, hombres operados, y se supone que abrirán una sección de hombres para mujeres que tendrán luz azul; sí las prostitutas pagan impuestos porque su trabajo es legal y esto no quiere decir que la trata de blancas haya sido eliminada por completo, es un problema al que se enfrenta hoy en día la ciudad. ¿La fiesta? Sí es impresionante, por todas las calles de este mismo barrio hay gente borracha y drogada que soporta el frío de la ciudad gracias a las sustancias. ¿Qué te ofrecen drogas en cualquier tienda de regalos? Sí, también, en una de ellas entramos buscando un gorrito para cubrirnos del frío endemoniado que estaba haciendo y terminaron ofreciéndonos marihuana, éxtasis, cocaína, heroína y drogas hechas con plantas legales en cualquier lugar del mundo…, ¡Ah!, y también nos ofrecieron juguetes sexuales. ¿Qué los coffee shops huelen a marihuana todo el día? Bueno, pues esto ya no es tan cierto, los coffee shops son bares, así que no están abiertos todo el tiempo: abren sus puertas en la tarde y cierran a las 2 o 3 de la mañana como cualquier bar en cualquier ciudad, pero eso sí, todos venden marihuana y esa es su atracción; pero la verdad es que lo hacen de una manera tan natural que deja de ser atractivo y pasa a ser normal. Si de casualidad se preguntan qué tanto pueden comprar, pues límites no hay, un brownie cuesta alrededor de 5 euros y un cigarrillo también, pero eso sí, no se olviden de llevar efectivo porque en ningún lugar les van a recibir tarjeta. No es un asunto de discreción, es un asunto de seguridad, las estafas crecieron mucho así que los establecimientos decidieron no seguir recibiendo tarjetas de crédito y, bueno, a los bancos no les agradaba mucho el tema de que los estafaran para comprar drogas.

De todas formas Ámsterdam es una ciudad increíble hay mil otros planes que hacer aparte de las drogas y la fiesta. En el día se pueden visitar varios museos que son bastante importantes: el de Rembrandt, el de Van Gogh, el de cine, el de cera, la casa de Ann Frank, etc. Sin embargo los precios son bastante altos así que prepárense para alistar el bolsillo o para sacar varias estrategias: consigan un pase de prensa, eso les da entrada a algunos museos, consíganse un carné de estudiante (ojalá europeo) para acceder con descuento o averigüen los días en que cada museo tiene tarifa rebajada, usualmente son los primeros domingos o lunes de cada mes.

La ciudad además es bastante linda y nada más con caminar por ella durante varios días encontrarán varios planes interesantes llenos de historia. Realmente es una de las ciudades más interesantes para perderse porque en cada rincón hay algo interesante: una tienda, un restaurante, un edificio extraño, un puente, músicos, artistas…

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