Comenzó la maldición de los villancicos

Tengo que aceptarlo: no me gustan los villancicos, los detesto, los aborrezco profundamente. Desde que era pequeño estas cancionsillas ridículas me parecían la cosa más insoportable de la navidad. Tengo que empezar con que no me agrada mucho la navidad, no me gusta eso de ver a todo el mundo feliz poniendo luces que son un gasto que no pueden soportar sus deudas y de ver a la gente tranquila mientras uno tiene muchísimo trabajo que hacer precisamente porque es fin de año y “toca cerrar año”, agradecería un tiempo de paz donde no se junten tantas actividades sociales, profesionales y personales en 10 días demoníacos. Sin embargo, todo eso sería más soportable sin la presencia de los comerciales radiales y televisivos con villancicos, o con los cantantes de novenas de aguinaldos en los centros comerciales o sin las rezadas de novena cuya excusa es pedir perdón para poder emborracharse y comer como glotonoes. Esta temporada debería llamarse: “el que peca y reza empata”, no navidad.

Las letras sin sentido de los villancicos es lo primero por lo que intentaría comenzar: ¿qué demonios quiere decir “Yo me eché un remiendo, yo me lo quité”? Son más sinceras Las Ketchup cuando cantan “Aserejé ja de je de jebe tu de jebere seibiunouva majavi an de bugui an de güididípi”, por lo menos sabemos que eso no quiere decir nada y que su intención simplemente es mover las caderas al mejor ritmo de las españolas (sin sabor, pero bueno, esa no es la discusión). Si seguimos con las demás letras llegaríamos a un listado infinito porque tratar de usar “tutainatuturuma” en una frase es imposible. Incluso las letras que parecen tener sentido son sencillamente absurdas, ¿cómo así que “campana sobre campana y sobre campana una”? Es que de verdad me puedo sentar a pensar en esa frase horas y no lograré entender qué es lo que quiere decir. Se supone que los villancicos son para cantarle a Jesucristo y agradecerle; pues hombre, déjeme decirle que su música es lo más absurdo que he oído en el planeta y si vino a la tierra únicamente para que le cantáramos semejantes estupideces, pues usted es una persona que ingirió muchas drogas en su vida.

carolsMe puse en la tarea de encontrar razones para odiar más los villancicos y para justificar mi odio de una manera histórica o técnica más allá de la poesía barata que forma parte de estas cancionsillas. Quería algo que me dijera que los villancicos son una muestra del colonialismo español, o que los ritmos utilizados no concuerdan con los estribillos escritos, nose, algo.

Lo primero que encontré es que los villancicos nacieron en Alemania, así que todos esos “Christams Carols” (que también odio) que cantan los británicos o algunos gringos vienen directamente de este país. A España se expandieron y allí nacieron los mayores compositores de villancicos, así que mis sospechas se aclararon, a Colombia los villancicos llegaron gracias a los conquistadores y, por más injustificado que sea, por lo menos encontré una razón anti-colonialista para argumentar mi odio.

“La verdadera música de Navidad en cambio, te acerca más a Dios y hace que tengas un corazón más elevado”, dice José Sole integrante del coro Capilla Musical Liberiana de la basílica Santa María de la Mayor, en Roma. Sin embargo en un “Antón tiruriru” estoy seguro que ninguna persona sensata puede elevar su corazón a ningún mejor estado.

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