Héroes de la vida real, con o sin máscara, protegen su vecindario

La gente me molesta por ver tanta televisión. Tengo amigos que hacen cosas importantes con su vida. Son químicos, ingenieros, economistas, etc. Pasan sus días en laboratorios diseñando curas para enfermedades importantes. Mientras tanto, yo veo televisión. Y no es que tenga otra cosa que hacer y en la noche llegue a ver las noticias, y de paso el Desafío. No. Todo lo que hago es ver televisión. No me siento mal. Ellos me critican. Me dicen que a qué horas tengo tiempo para ver tantas series, e incluso para ver los concursos de la tarde en televisión nacional. Me imagino como un monstruo energúmeno, con la cara llena de chitos, y sin haber visto el sol durante semanas. Con los brazos y el contorno de los ojos pálido. En un estado febril que hace que mis músculos se muevan involuntariamente. La única luz que he visto es la de la televisión. Es, de hecho, mi única luz.

Me duermo. No, no me duermo. Sólo, estoy cansado y entrecierro los ojos. Pero del otro lado, en la televisión, aparecen hombres y mujeres vestidos con trusas y con máscaras. Caminan, corren y saltan en medio de la noche. Son “Superhéroes de carne y hueso”. Es gente que cree que en su zona de residencia hay demasiados “maleantes” y muchos otros “pillos” que deben atrapar y se han tomado la justicia por su propia cuenta. En sí, y esto debe quedar claro, son una forma estilizada de paramilitares.

Al final del programa sale un tipo con un traje verde. Se quita la máscara en una conferencia, frente a periodistas y policías. Una lágrima se le escurre.

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El programa muestra superhéroes en Estados Unidos. No en Estados Unidos, más bien, en pequeños pueblos de Estados Unidos, lo cual quiere decir otra cosa totalmente distinta. Hay, en la página de “Real Life Superheroes”, unos 660 superhéroes registrados, que interactúan en blogs y chats. Ahora, estos superhéroes no pelean contra supervillanos, ni contra corporaciones maléficas que pueden destruir el mundo el día de mañana. En realidad, luchan contra otros tipos que toman cerveza en medio de la calle, o que roban droguerías. No hay Pingüino que valga. Realmente, se puede decir que no luchan contra “El Mal”. Todo lo contrario, luchan contra sus vecinos; contra ellos mismos, prácticamente. No hay diferencia de estrato, de cultura, o de ética, entre estos superhéroes de carne y hueso, y sus enemigos.

De hecho, sería increíble que existieran Supervillanos de carne y hueso. Y que tuvieran su propia página también. Y que tuvieran sus batallas épicas por el control de Estados Unidos, o del mundo. Sin embargo, como parece ser todo en nuestra época, los Superhéroes de carne y hueso tienen una apariencia épica, pero sus batallas son comunes.

phantomzero-fullLo que más me interesa del tema son las máscaras. No me interesan las máscaras propiamente, sino los debates en torno a las máscaras. En ese tema se vislumbra esta intersección entre lo épico y lo común. La página de “Real Life Superheroes” tiene un espacio dedicado a las discusiones en torno al día a día de ser un superhéroe y, específicamente sobre el uso de máscaras. No los voy a aburrir con detalles, ni con citas. En líneas generales, la discusión está dividida en dos:

1. Los superhéroes que consideran que el uso de máscaras hace más eficiente su trabajo, porque:

a.) Lo hace más desinteresado, y esta es una razón, casi ética, pues un vecino, o un compañero de trabajo, no va a tener que agradecer y pedir autógrafos al día siguiente.

b.) Permite pasar desapercibido con la policía. Se puede ejercer la ley, una verdadera ley, que no tiene que estar escrita, sin que haya obstrucción de organismos de control.

2. Los superhéroes que consideran que el uso de las máscaras es ilegal, porque:

a.) Aísla al superhéroe de su comunidad: lo hace parecer un insurgente, más que un héroe.

b.) Hace que el héroe no respete la ley de su comunidad y pueda, por ejemplo, asesinar a un hombre que ha robado una cerveza en el Seven Eleven de la esquina.

Se trata de un asunto de ley. Seguir la ley escrita o incorporarla en el corazón de las personas. La máscara es, pues, un asunto de vital importancia para estos superhéroes de carne y hueso. Su forma de vida reside ahí. Yo le encuentro razón en la medida en que, como se está luchando contra los propios vecinos, puede haber retaliaciones posteriores. Si Batman no fuera Bruce Wayne, y no fuera, por ello, una figura pública, no tendría que usar máscara, pues a nadie le importaría porque vive en una ciudad gigantesca en la que seguramente nadie se conoce.

Pero en estos casos es más difícil. Se trata de sociedades muy pequeñas. En las cuales todo el mundo se conoce. Están viviendo en el infierno y son ellos los demonios que mantienen la ley del lugar, una ley que nadie conoce, que sólo se presiente.

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Artículo por: Camilo Casallas

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