Salamanca, pura fiesta universitaria

Salamanca está al norte de Castilla y León a unos 100km de la frontera con Portugal. Llegar desde Porto es demasiado fácil en tren de Renfe y el transporte desde el centro de España también. Por estar tan al Norte es una excelente opción para quien quiere visitar el Norte (Galicia, Euskadi o Asturias, por ejemplo) que tienen excelentes atracciones naturales y culinarias.

Salamanca es una ciudad antigua mezcla de arquitectura romana, medieval y neoclásica. Es un pueblo pequeño que puede recorrerse en muy poco tiempo y es importante conocer lugares como La Catedral, La Plaza Mayor y La Universidad en su sede antigua que fue fundada en 1218, claramente una de las más antiguas del mundo.

Dada la importancia de la universidad para la ciudad, hoy en día es considerada una de las ciudades universitarias de España, es de hecho la ciudad con mayor cantidad de Erasmus de toda Europa, lo que la hace una ciudad muy atractiva…, para la fiesta… Obviamente no iba a ser para el estudio. Cada fin de semana es normal encontrar excursiones que vienen desde Madrid a pasar una noche de rumba que terminará con el amanecer, hora en que regresa el primer tren o bus a la capital. Las fiestas de solteros madrileños suelen ser celebradas en esta pequeña ciudad, a la que llegan los grupos de amigos disfrazados (por algua extraña tradición española) celebrando la última noche de soltero de alguno de ellos.

Alrededor de toda la ciudad se encontrarán varios bares y discotecas de diferentes temáticas y precios. Alrededor de la Plaza Mayor están las más costosas, pero claramente no se pueden ir sin tomarse una cerveza o un vino DO Toro en una de las mesas puestas frente a la plaza. Si lo que quieren es celebrar con los miles de estudiantes de la universidad, tienen que ir a la calle Varillas donde encontrarán unos 20 bares y discotecas que terminan llevando la fiesta a la calle. Por ahí pueden buscar la Plaza San Justo donde terminará la cola de bares para salir a Gran Vía y terminar buscando la calle Juan de Almeida, donde terminará finalmente la larga lista de discotecas. De todas estas vale la pena visitar Paniagua para que busquen el aviso indicando una salida de emergencia directa a Bogotá, el Potemkin donde pueden pasar un rato de baile ochentero o el Savor que es pura rumba latina en el frío de esta ciudad de piedra.

188972_10151513504801251_2000902686_nPero claro, no todo tiene que ser fiesta, Salamanca también tiene una gran vida cultural. Todas las tardes en la Plaza Mayor se reunen los estudiantes a tocar guitarra y cantar. Allí también se organizan varios festivales cada mes como el Facyl, o la feria del libro, conciertos de muchos artistas o incluso celebraciones de días internacionales como el día de San Patricio.

La comida es otro tema que tienen que darle algo de prioridad. El cochinillo es el plato principal, claramente nocivo para las arterias pero imperdible, especialmente si les gusta el asado; también está Delicatessen Café, un lugar para probar un plato un poco más sano pero aún con el toque salamantino característico.

El río es otro gran atractivo, en plena rivera, desde el comienzo de primavera, se reúnen los estudiantes y salamantinos a pasar tardes soleadasy llenas de música. Antiguamente dividía la ciudad del mundo escondiendola con sus gigantes murallas medievales. Si por casualidad llegan el lunes después de semana santa celebrarán la mejor fiesta del planeta: El Lunes de Aguas, día en que los hombres de la ciudad, tradicionalmente, se reunían frente al puente romano para recibir a las prositutas, mujeres que desterraban del pueblo durante la cuarentena católica. Hoy en día sólo celebran la fiesta con parranda todo el día frente al río, aunque no reciben prostitutas…, o eso dicen.

El último atractivo son las paredes y columnas de la Plaza Mayor, donde pueden buscar las caras talladas en piedra de todos los reyes católicos y, en una de las esquinas, una de Franco, que continuamente cubren con graffitis alusivos a la anarquía o republicanismo. Los invito a que le pongan su firma revoltosa.

Fotografía por: Laura Torres

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