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Nostalgia en el Nuevo Milenio

Que levante la mano el que vivió el cambio de siglo con banderitas que decían ¡¡Feliz 2000!! en una mano y en  la otra Chispitas Mariposas. Que levante la mano quien todavía tiene consigo el Game Boy con el que jugaba Super Mario, el Discman o Walkman donde oía Poligamia o Backstreet boys,  o, en casos extremos, los tasos intercambiables de Pokémon.

Quienes atravesamos el cambio de siglo teniendo 10, 11 y 12 años  hacemos  parte de un grupo suficientemente etéreo y dispar pero similar en varias cosas.  Además de haber visto las 13 temporadas de ´Padres e Hijos´ después de llegar del colegio y usar medias veladas rotas como caucho pa’l pelo, tenemos una relación particular con los objetos que guardamos, con la nostalgia de esa infancia que daba paso a la adolescencia y para nosotros, a los mejores recuerdos.  Somos sin duda, coleccionistas de los primeros años del nuevo milenio y por eso conservamos muchos de los juguetes u objetos de ese tiempo. Basta con que se despegue de su computador y revise su closet.

Para los especialistas en psicoanálisis, el coleccionismo es tan natural como preocupante si se lleva a extremos patológicos, pero en términos generales responde a una necesidad primordial: la clasificación del mundo externo como respuesta a una exploración interior que está causando angustia en un individuo. En otras palabras, un adolescente,- ese que fuimos todos y cada uno de nosotros con el saco amarrado en la cintura y camisetas a las que le cortábamos el cuello -,  en su condición natural y hormonal inestable, busca agrupar o clasificar objetos del mundo exterior para sentir que al menos tiene el control de algo, que se puede aferrar a alguna seguridad.

Y esas certezas se manifiestan de las maneras más extravagantes o sutiles  y no dependen de la edad,  sino del proceso de búsqueda de identidad que cada uno afronte. Por eso existen tanto los numismáticos (colecciónistas de monedas) o los filatélicos (billetes de banco)  que suelen ser estos viejos con lupa en mano resguardados en la oscuridad,  y al tiempo es perfectamente probable el  caso  del ´Barbie Boy´,  como se hace llamar un personaje californiano  que ronda los 40 y  tiene en su cuarto cerca de 2000 muñecas Barbie de colección. Ni hablar de casos de famosos entre los cuales figuran la  afición por esferos publicitarios, tapas de Coca-Cola o para hablar en términos mayores, aviones de guerra y  automóviles clásicos. Y así miles de casos acentuados por nuestro afán capitalista de acumular.

Los coleccionistas, en todo caso, existen desde tiempos remotos así como la exploración interior del sujeto.  La lista es larga y ahí sí,  sin importar la edad, cada loco con su cuento. Habría entonces que preguntarse  qué es eso que nos acongoja a este paquete de generaciones que fue adolescente durante  los primeros dos miles (2000´s), pues hay algo que nos hace aferrarnos a la certeza de que los libros de Tin Tin siguen ahí guardaditos, junto a las cámaras de rollo, aunque hace años que no los saquemos a la luz. Sin duda, coleccionar es parte de la nostalgia que tenemos por los tiempos pasados.

Ahora, si bien el coleccionismo supone la afición por agrupar cosas según una categoría, esos objetos guardan, evidentemente, un valor sentimental diferente al que tienen, por el tiempo y el polvo, por sí mismos.  Así que si usted es un coleccionista de la época, es rico en recuerdos y en nostalgia más no por sus posesiones.

Sin ánimo de que sientan el peso de la edad encima, El Chorro quiere invitarlos a que nos muestren sus objetos noventeros que todavía guardan y qué, aunque olvidados, merecen todo su cariño.  Ya empezamos y aquí les dejamos las primeras fotos que conseguimos. Si se anima mándenos su foto a: info@elchorro.com.co

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