La poderosa Buenos Aires

En un rincón del continente, sobre el Río de la Plata, se encuentra ubicado el gran puerto del sur; una ciudad de inmigrantes que recibió alrededor de 4 millones de extranjeros a principios del siglo XIX provenientes de todos los rincones del mundo. Esa mezcla tan particular de culturas ha hecho de Buenos Aires una ciudad que lo reúne todo; arte, música y cultura de diferentes partes del mundo se funden y mezclan para dar como resultado nuevas formas de expresión. Como buen puerto, ha sabido atraer a personas y costumbres de diferentes partes del planeta que, en busca de nuevas oportunidades, lo transformaron en la ciudad cosmopolita que conocemos hoy.

El puerto también devuelve lo que recibe y lo ha hecho de formas diferentes. Esa reunión de culturas en un espacio tan pequeño solo puede culminar en una gran explosión de nuevas tradiciones y formas de ver el mundo. Pero es ese mismo movimiento el que hace de Buenos Aires una ciudad de ritmos frenéticos y energías desbordantes que no han dejado de crecer y que hacen de esa ciudad un cúmulo de fuerzas a punto de explotar.

Así fue como me topé por primera vez con el gigante del sur, una ciudad que me atropelló desde el primer momento en que la descubrí. Esa turbulencia se siente por todas partes; la gente, las calles y los bares nunca descansan; la rebosante adrenalina siempre me pedía más. En este puerto que no se detiene siempre tenía algo que hacer y no podía parar ni por un sólo minuto.

Fue esa misma turbulencia la que me atrapó; la de una ciudad que me arrollaba y después me encantaba con su energía desaforada. Fue ese poder que me transmitía lo que terminó por transformarme en un adicto a la adrenalina que se vive en cada esquina y que ahora, como otro de los tantos inmigrantes que aquí han llegado, me hace querer cada vez más.

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