Taxonomía Femenina

Por Daniel Quintero

Las más profundas frustraciones, dichas y otra suerte de emociones provienen en su mayoría de nuestras relaciones con el género opuesto. No hay mayor gozo que sentirse enamorado, y por ello, abocado  a participar en la vida de otro y viceversa. Pero no todo es tan profundo y hondo;  hay pequeñas alegrías efímeras y ligeras. Está el bien llamado “levante” y no se puede dejar de lado el “estar encuentado”, que en resumen, no es otra cosa que un coitus meridiei.

Cuál de estas experiencias es la que usted más le agrada, me importa un soberano pito. Lo importante y lo que usted debe saber, antes de lanzarse de cabeza en alguna de ellas, es que hay ciertos patrones de comportamiento que es necesario identificar para saber con quién se está metiendo.

En pocas palabras, lo que le ofrezco aquí es una taxonomía femenina que le facilitará la vida y que nos pondrá a todos de acuerdo, basada en tres sencillos criterios: i) la apariencia de la susodicha, ii) el lenguaje utilizado, pensando en términos de acento y léxico; iii) y su comportamiento, el cual recoge el conjunto de ideas y prácticas diversas que acepta o rechaza la muchacha. Con estos tres criterios en mente, prepárese para codearse con un bestiario admirable y encantador.

El aullido de “la loba”

lobasSuelen vestirse con colores chillones en un popurrí descomunal y entretenido,  el cual puede usarse como señal de tránsito aéreo. Pero más allá de los colores, lo que marca la pauta de su vestimenta es la pésima combinación de la impresión de los tejidos, por ejemplo, un conjunto formando por una chaqueta militar, acentuada por unos leggins con arabescos y unas sandalias de color curuba con taches dorados. No podemos olvidar las sombras moradas con pestañina, cuyos grumos más bien parecen ceniza volcánica.

¿Es esto una forma de llamar la atención deliberadamente, o un accidente en la búsqueda de un estilo propio? No es posible determinar qué lo motiva,  pero lo cierto es que todo es un estentóreo aullido. El auhhh! resuena nuestras cabezas con más fuerza cuando vemos que, a pesar de las terribles distorsiones estéticas, su cuerpo nos resulta atractivo e induce a la irrefrenable ley del tacto propia del erotismo occidental. En caso que usted tenga algunos cuantos tragos encima, su voluntad podrá ser fácilmente doblegada y terminará enfrentándose a un saludo que causa consternación: -“Hola, ¿Cómo essstasss?”-

En ese instante será testigo de la increíble acentuación de la s. El español es y será una lengua sibilante de ahí en adelante y cualquier oración, hasta la más básica de las palabras como un “sí”, lanzará brillantina y polvo de estrellas. Este es el rasgo por excelencia de este inigualable ser: la S estelar.

Toda esa brillantina viene a adornar la moral y el comportamiento más básico. La Loba ha asumido su porte por una única razón: quiere hacer cosas “malassss”. Pero esas cosas tienen un margen estrecho, pues paradójicamente están dentro de unos límites moralmente aceptables. Hay que admitirlo, la Loba es mojigata y a menos de que tenga unos tragos encima, se  resignará a tener una conversación amable y a estirarle sigilosamente la mano.

También las hay “perras”

perraPasando a otro miembro de la familia esteparia, es el turno de  una que puede producir el peor de todos los declives. Si bien no tiene ese tibio comportamiento descrito anteriormente, ni mucho menos tiene una resaltable vestimenta, hay ciertos dejos que confirman su cercanía.

La perra es elegante y sobria en su forma de vestir. Esto no quiere decir que necesariamente se vista de Prada, Gucci y Louis Vuitton. No, simplemente todo el estilo forma una composición donde no hay saltos extremos que puedan afectar su vista. Su forma de hablar suele ser “normal”, dentro de los distintos acentos regados en esta tierra variopinta. Aunque sin problema alguno lo tratará de  “lindo”, “bebé”, “mi cielo” y más apelativos propios de la melcocharía. El encanto de su clase, sin embargo, reside en que por la forma en que dicen las cosas, usted, a pesar de algunas dudas, las tomará como normales.

Por lo general, ellas aspiran a consolidar un noviazgo con la motivación de inusitado amor que le expresan y que tiene como objetivo recibir el reconocimiento de que se es “todo” para alguien y viceversa. Bajo ese aparente amor absoluto, al meterse con una de las canes,  de manera implícita quedará signado a una clausula de exclusividad.

La estrategia de la perra justamente consiste en hacerle creer en una relación seria y sacar el mayor provecho de su fe. Por eso, su objetivo es claro: querrán inmovilizarlo  por un rato pero, una vez se cansen, no tendrán reparo alguno de decirle la verdad de cuanto ha hecho a sus espaldas con una extensa jauría de anónimos. Aunque no todas hacen uso de la dulzura para enredar, pues saben que no todos son unos idiotas, generalmente optan por acomodarse a lo que usted piensa, imponiendo el límite de la supuesta fidelidad, así sepan de antemano que no la cumplirán  ¡¡¡PERRAS!!!!!

¿Damas o vagabundas?

zorrasQué se puede esperar ante todo este devastador y peligroso panorama. Quizás sea oportuno hablarle de esa a la que usted debe aspirar pues se consolida como la summa cum laude, en cuanto al balance positivo de cómo viste, cómo actúa y cómo piensa. Se  trata de la zorra y declárese envidioso de todo aquel que las tenga como acompañante.

Las de este tipo son elegantes, se mueven excesivamente bien y cada factor natural se pone a su favor. Inclusive cuando dicen estar desarregladas preservan la armonía de su aspecto. Es decir, saben poner cualquier prenda a su favor en el momento adecuado sin importar si es una cabuya o una cadena de tapas de lata.

Son claras, dan pocos rodeos, pero no borran los niveles de comprensión subyacentes en cada conversación. Por el contrario, saben cómo usarlos para elaborar comentarios ambiguos pero curiosamente claros. Su tono de voz refuerza el mensaje y no. De ahí que den también espacio a una picardía que estriba en un uso eficiente del lenguaje corporal. Las palabras son necesarias pero inútiles para el desborde de tanta sensualidad y confianza en sí mismas.

La zorra ha llegado con todos sus lances y usted es un niñito, un principito que buscará su amistad. Sentirse intimidado es inevitable, pero para sobreponerse a ello no huya; si lo hace solo se llevará el recuerdo de lo patético que es. Por el contrario, establezca una conversación donde las palabras contradictoriamente son simples, rótulos vacuos, pero imprescindibles.

Ella sacará lo mejor de usted sin ningún tipo de interés más que el de sí misma. Así lo hace saber y no aspirará a que usted sea su única relación, puede que simultáneamente esté con otros o no. Le deja escrito en piedra que  eso a usted no le debe importar pues lo  importante, y téngalo claro, es el  tiempo que ella ha decidido pasar con usted.

Agradezca al cielo, alzando los pulgares, si cuenta con la compañía de una zorra. También, disculpe esta intervención si en su caso cuenta con la compañía de una dama, que viene siendo  ese prototipo, escaso e idealizado, con la que uno se casa, tiene hijos y esas cosas que a veces parecen tan lejanas. Pero si por el contrario usted se declara todavía en zona de casería, sin ganas de extenderme mucho más en esta clasificación, me dirijo a usted para que se sintonice con la forma en que este bestiario funciona; para invitarlo a que priorice lo que quiere, no sin antes contarle que usted no está eximido de hacer parte de él, antes bien, usted ve su rostro en aquella bestia que puede fascinarle.

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