Site icon El Chorro Producciones

Bienvenidos a la raza humana

Por: Zack Robson

Casi la mitad de la población de South Sioux City, un pueblo en el estado de Nebraska, es de origen latino o hispano. Esto podría parecer problemático pero, en vez de preocuparse por ser desplazados, los locales que ya llevan varias generaciones viviendo en Estados Unidos están felices de prosperar a su lado. 

El primero de abril de 2010, dos hombres llegaron a la puerta de Francisco Hernández. Era una mañana fresca en el pueblo suburbano de South Sioux City, Nebraska. Para Hernández este habría sido otro jueves cualquiera, excepto por el hecho de que sus vecinos recientemente le habían informado que esta fecha correspondía a la versión estadounidense del “Día de los inocentes”. Hernández es un tipo grande, con una mirada seria fija en sus ojos y un bigote enorme que es símbolo de respeto en la parte del norte de México donde nació –Francisco nunca ha sido el tipo de persona a la que le gusta ser el objeto de una broma. No tenía muchas ganas de hablar.

Los dos hombres se presentaron como empleados del gobierno y comenzaron a hacerle preguntas en inglés que incomodaron a Hernández, así que él trató de quitárselos de encima y responderlas tan pronto como fuera posible.

–¿Cuántas personas viven con usted?

–Dos.

–¿Está casado?

–Sí.

–¿Y tiene hijos?

–Sí.

–Bueno, ¿tiene niños o niñas?

–Ambos.

–Veo, ¿y cuántos?

–Uno de cada uno.

Este día tenía algo más de particular y eso era que era el Día del censo y Hernández estaba recibiendo una visita de la Oficina del Censo de Estados Unidos puesto que no había llenado el formulario que tenía que llenar. No lo había llenado porque nunca lo había recibido y nunca lo había recibido porque apenas hacía una semana que se había mudado aquí. Aunque llevaba viviendo 15 años al norte del río Bravo, esta era su primera residencia legal en Estados Unidos y Hernández no confiaba en los empleados del gobierno y deseaba que se fueran pronto, para así poder llevar sus niños al colegio, pero sobre todo para no tener que verlos más.

Los dos hombres llegaron a sus preguntas finales:

–Bueno, ¿cuál considera usted que es su etnicidad?

–¿Qué?

–Ya sabe, ¿se considera hispano, o…?

–Sí, eso, hispano.

–¿Y cuál considera que es su raza?

Hubo un pequeño silencio.

–Humano –dijo Hernández. –Muchas gracias por venir.

Hernández cerró la puerta y volvió a su rutina diaria y no pensó mucho más en este encuentro. Pero ahora, tres años después, reflexiona sobre su respuesta final y cree que fue exactamente la cosa apropiada para decir justo aquí, en este lugar, un lugar en medio de los Estados Unidos continentales donde casi la mitad de la población también respondió “hispano” en su censo y donde las barreras y las fronteras entre “blanco” y “no-blanco”, “hispano” y “no-hispano” y otras clasificaciones similares están comenzando a perder sentido.

El pueblo sin fronteras

South Sioux City es un pequeño pueblo en Nebraska. Un pueblo pequeño que, sin embargo, cuenta con 20 iglesias. Sus calles tienen una disposición principalmente rectangular, aunque todas ellas parecen apuntar en dirección al puente que lleva hasta Sioux City y Iowa. Cada calle tiene casas de un piso con techos a dos lluvias. La mayoría de calles tienen algún lote baldío o una casa de madera abandonada.

La vida es fácil aquí, la vida es tranquila. Raramente hay algún reporte de un crimen y mucha gente prefiere caminar hasta su trabajo en vez de irse en carro. Aunque salir en carro no sería un problema, pareciera que nunca hay tráfico aquí. ¿Pero cuál es el afán? A veces hay algunas personas que parece que no pueden esperar para estar en otra parte, pero eso no sucede aquí. Aún si unas líneas imaginarias en un mapa dicen que este lugar está atrapado, su gente no lo siente así. Simplemente saben pertenecer. Saben que no están contra una esquina, se dan cuenta que están en el centro de algo.

A pesar de ser parte de Nebraska, South Sioux City pertenece a una entidad diferente, es un suburbio de Sioux City (que está pasando el río Missouri), la cuarta ciudad más grande de Iowa, y es parte de una región conocida como “Siouxland”, un área centrada alrededor de Sioux City y Sioux Falls, en South Dakota.

South Sioux City es la esquina noreste de Nebraska y limita con Iowa y South Dakota. Pero estas fronteras nunca han tenido significado, pues los habitantes de las ciudades y pueblos cercanos al río siempre han cruzado de estado a estado sin pensarlo mucho. Por esto fue que el novelista Frederick Manfred acuñó el término: “Quería encontrar un nombre que encapsulara toda esta área donde las fronteras de los estados no han tenido importancia. Intenté con ‘Tierra de los Sioux’, pero esto era demasiado largo, así que ‘Siouxland’ nació’”, dijo en 1946.

Quizás esta es la razón por la que tantos hispanos, y particularmente mexicanos, han encontrado consuelo en este lugar en el que las líneas ficticias son sólo eso y pueden ser cruzadas con libre albedrío. Quizás esta irreverencia hacia las fronteras es lo que ha hecho que este pueblo se haya convertido en un centro de encuentro de latinoamericanos.

El balance demográfico

Puede que la ciudad sea simplemente otro punto en el mapa en la mitad de la nada, pero el Censo de 2010 demostró que tiene algo de especial. Según los datos recogidos, aquí los “hispanos o latinos de cualquier raza” son el 45,3% de la población. Es decir, de los 13.353 habitantes que llaman este lugar su casa, alrededor de seis mil se identifican como “latinos”.

Esta no es la población más grande, ni más concentrada de hispanos en los Estados Unidos. Hialeah, un suburbio de Miami en el sur de la Florida, por ejemplo, tiene una población total de 229.969, de los cuales 94,7% (alrededor de 218 mil) se identifican como “hispanos”. La mayoría son cubanos exiliados, quienes han creado una comunidad tan impenetrable que hasta han llegado a abrir supermercados que atienden exclusivamente a la clientela latina.

Es un asunto completamente diferente en South Sioux City, un lugar que le ha dado la bienvenida a personas de todos los rincones de América Latina y que, al parecer, ha logrado encontrar un balance demográfico en el que todo el mundo se la lleva bien. Por lo menos eso es lo que cree Hernández, tras vivir tres años aquí. “Este es el sentimiento que queda cuando atraviesas las calles y cruzas panaderías mexicanas, seguidas por bares venezolanos, donde hay televisores que muestran partidos de la Champions League, mientras en otra esquina un par de muchachos discuten sobre el fútbol americano universitario de Nebraska –No entiendo por qué, pero de verdad les importa eso aquí”.

A su esposa, Julia, quien es de Guatemala, también le gusta la diversidad. “La ciudad mezcla a todo el mundo”, dice ella, “no puedes encontrar un barrio ‘negro’, o uno ‘latino’, todo el mundo simplemente se mete con todo el mundo”. De hecho, esto pasa porque hay un altísimo nivel de movimiento de finca raíz, según Jordan Kim, quien trabaja vendiendo y arrendando casas en el área. “Los niños constantemente crecen y se van a la universidad, así que los padres intentan buscar un lugar más placentero para pasar sus años dorados, como Florida, o California, y gente nueva siempre está llegando para establecer a su familia. Siempre tengo casas vacías, pero también siempre tengo gente que está interesada en ellas”.

La opinión generalizada parece ser que la diversidad es buena para todo el mundo. Jim Stern, por ejemplo, un hombre blanco y entusiasta local de la comida tex-mex, cree que “el resurgimiento de South Sioux City de un pueblo caído del midwest y su transformación en una ciudad más o menos habitable se debe únicamente a los esfuerzos de los inmigrantes mexicanos y de otros países que llegaron a este pueblo. Me les quito el sombrero. Si alguien tiene sentimientos negativos sobre los inmigrantes, que sepan cuántos pueblos pequeños como este han renacido gracias a sus infranqueables esfuerzos aún a pesar de las dificultades”.

Aunque, claro, siempre estarán las personas que temen a los que son diferentes y no es tan difícil escuchar a alguien quejándose y deseando que ellos fueran los mexicanos, para que alguien les pusiera atención.

Aun así, hay una suerte de balance. La mayoría de los hispanos que se han establecido en la ciudad ya habían vivido por bastante tiempo en los Estados Unidos y habían pasado por el proceso de acostumbrarse a vivir en esta sociedad. South Sioux City ha sido una suerte de perla secreta, una locación desconocida, descubierta sólo por los pocos que habían hecho el esfuerzo de encontrar un sitio como este, un lugar en el que son bienvenidos y asimilados.

La Meca hispana

Este balance, sin embargo, no siempre ha existido, así como puede que no siempre exista. En el Censo de 2000, los hispanos de cualquier raza correspondían al 24,8% de la población –es decir, eran alrededor de tres mil del total de 11.925 habitantes. En la década entre 2000 y 2010, la población hispana de South Sioux City se dobló, mientras que la población de la ciudad tan sólo creció un 12%. ¿Por qué pasó esto?

“Por los trabajos”, dice Sonia Pérez, una mexicana que administra la Panadería San Miguel, un negocio ubicado justo sobre la Dakota Avenue, la calle principal del pueblo. “Antes vivía en Sioux City, pero la recesión nos golpeó muy duro allá  y fuimos los primeros afectados. Nos mudamos a South Sioux City porque las casas son más baratas y se vive mejor”.

Con su población fluctuante, South Sioux City necesita constantemente mano de obra y a muchos hispanos no les molesta serla, pues algunos de ellos vienen de lugares en los que estar vivo es un lujo. Elio Vega, quien escapó de El Salvador hace diez años, cansado de la violencia de pandillas, dice que una de las razones principales que tuvo para mudarse fue que “South Sioux es un lugar tranquilo. La policía la cuida muy bien. No hay mucha violencia”.

Todavía hay muchos problemas. La economía local sigue siendo débil y el 17% de los habitantes de la ciudad viven en la pobreza. Pero muchas personas han escogido ver la situación actual como una oportunidad para prosperar y no como una crisis insuperable.

A pesar de que el promedio de ingreso per cápita de los habitantes de South Sioux de 18.046 , más bajo que el promedio de Nebraska que es de 26.113, el precio promedio en el pueblo de una casa, 94.600, significativamente más bajo que el promedio de Nebraska que es de 125.400, lo que quiere decir que aquí es posible obtener más por cada dólar. Así que, aunque muchas personas se están yendo a centros urbanos más grandes, algunos hispanos se están estableciendo y tomando las oportunidades ofrecidas por los bajos costos de subsistencia y vivienda, y muchas compañías los están contratando, aprovechando el aumento de población, para desarrollar sus negocios.

Algunas personas llegaron aquí y les avisaron a sus conocidos regados por el país y por el mundo: “¡Este lugar está muy bien!”. Así que otros decidieron mudarse también y eventualmente llegaron tantos latinos, de tantas partes, que el único cura católico latino de la ciudad tiene algunos problemas.

El reverendo Óscar Pérez, quien es de Barquisimeto, Venezuela, ha encontrado  que tiene que dar misa en español, inglés y, a veces, en ambos idiomas, para familias con hijos bilingües. También ha encontrado problemático el hecho de que los ritos religiosos no son los mismos en todos los países hispanoparlantes, así que ha tenido que realizar ceremonias que nunca ofició en Venezuela, como la tradición mexicana de las quinceañeras.

Otros hispanos han ido más allá, pues han decidido asentarse aquí para poder iniciar su propio negocio, realizando así un sueño de vida. Este es el caso de Juan Alamillo, quien es el dueño de El Jerezano Tack And Western Wear Shop, un almacén de ropa vaquera. Alamillo llegó a los Estados Unidos en 1986 y ha vivido en Nebraska desde 1991. Alamillo ha sido muy exitoso al integrar a la comunidad hispana con la ciudad y cada septiembre es uno de los líderes de “La charreada”, un desfile con temática de rodeo mexicano que atraviesa la Dakota Avenue para celebrar las independencias de México, El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Nicaragua de España.

Alamillo cree que este es un gran lugar para vivir y dice que espera que más amigos y familiares de México puedan mudarse. “Creo que todo el mundo tiene la oportunidad aquí de crecer y hacer las cosas que le gustan hacer”, dice.

El administrador de la ciudad, Lance Hedquist, tiene un punto de vista bastante similar. Admite que la ciudad está muy contenta al atestiguar el gran influjo de personas que han decidido convertirse en parte de la comunidad. También dice que el crecimiento de la población hispana continuará mientras más industrias se expanden por la región. Y aquellos que ya viven en South Sioux City esparcirán la información. “Cuando hay ya una base existente de ciudadanos aquí es un lugar más fácil para llegar y sentirse en casa y ser conscientes de que están en una comunidad donde se pueden encontrar muchos amigos”, dice Hedquist .

Rompiendo el balance

Con la población hispana todavía creciendo, algunos se preocupan de que el balance armónico que se ha creado en South Sioux City pueda romperse pronto. Por lo menos un ciudadano estadounidense, quien prefirió omitir su nombre, pues no “quería ser marginado”, cree que se creará un problema cuando los latinos que viven en la ciudad comiencen a traer a sus amigos y familiares que están fuera del país. “La mayoría de los hispanos que ya viven aquí adoptaron la manera estadounidense de hacer las cosas antes de venir a Siouxland, pero los próximos que vengan no sabrán cómo hacemos las cosas aquí y será desastroso”, dice.

Nebraska de hecho planea recibir una población hispana más ancha y más amplia, una población que ya no es una pequeña minoría en el país, pero si más estadounidenses sienten que están siendo “marginados” por el crecimiento de otros grupos, el cuidadoso balance actualmente presente en South Sioux City podría romperse y Siouxland podrían comenzarse a dibujar líneas y fronteras.

Zack Robson reporta historias que son casi completamente, pero no del todo, falsas

Exit mobile version