Nunca había sentido en el ambiente tanto dolor de patria por una pérdida, desde que Hugo Rodallega jugaba en la selección Colombia o cuando Rigoberto Urán perdió la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos Londres 2012.
Lo extraño es que en esta ocasión no se trataba de una pérdida producto de una competencia deportiva, sino de un fallo de una corte. Algo así como cuando la juez décima de conocimiento de Bogotá decidió revocar la medida de aseguramiento en contra de Laura Moreno y Jessy Quintero o cuando los abogados de los tres exministros de la administración de Álbaro Uribe: Diego Molano, Sabas Pretel y Alberto Velásquez pidieron nulidad por el juicio en el que se les acusa del delito de cohecho, el mismo por el cual fue condenada la ex congresista Yidis Medina; la misma que salió en Soho.
Lo que se sentía después del fallo era una mezcla de desconsuelo, vacío y desesperanza. Pero un momento, quién sabía en realidad que éramos dueños de ese pedazo de tierra, antes de que los medios nos contaran que estábamos en un litigio territorial con Nicaragua que iba a dirimir una corte internacional que queda en la Haya. Quién navegó por aquellas vírgenes aguas del caribe, hoy propiedad del gobierno nicaragüense. Yo no, y creo que muchos de los que están leyendo esto tampoco.
Entonces ¿por qué tanto alboroto? Algunos dirán que porque desde la capital todo se ve y se siente diferente al resto del país y creo que tienen razón. Aquí sólo nos enteramos de las cosas cuándo a los medios se les da la gana de mostrarlas, es por eso que el luto nacional dura el tiempo que dura la noticia en los medios, si no que lo que diga Miguel Calero.
Es por esto que so pena de sonar como reina de belleza, aquí todo importa menos lo verdaderamente importante, los pobres isleños, aquellos que se alimentaban todos los días de lo que les regalaba el mar. Como le oí decir alguna vez al Senador Armando Benedetti en Caracol Radio, perdimos por mandar a cachacos a pelear por mar y aunque me genera conflicto, viniendo de un costeño, sí me resulta increíble que los sanandresanos no hayan tenido representación en la disputa.
Cuándo será que dejaremos de lado el cachacocentrismo y entenderemos que no sólo importa lo que nos muestran los medios del país en la capital y podemos ver que para algunos este fallo dejó un problema mayor que ver menos mar en el mapa.
Mientras tanto, preocupémonos por lo que si tenemos y esperemos a ver qué nos tiene Julito para mañana.
Por: José Serrano | @antroposdigital