La cumbia se escribe con F

El frio y la lluvia de la capital Bogotana no son disculpa para que los sonidos melancólicos de la gaita y los tambores no suenen en las calles los parques las universidades y cuanto bar de todo tipo de música se deje contagiar por el sonido de este ritmo.
Aunque toquen de manera diferente y con otro sentimiento, con los “cachacos” ocurre un fenómeno interesante porque son las mujeres del altiplano quienes están forjando con su pasión por estos “palos sagrados” el devenir de esta música y sus próximos aportes.
En la cuidad personajes como Diana Sanmiguel Martínez, una gaitera “cachaca” con su voz le aporta una forma particular de cantar los ritmos con una pasión y sentir diferentes además de tocar instrumentos que se suponía años atrás, eran solo de costeños.
Para Diana las ruedas de Gaita en la Universidad Nacional donde se reúnen a tocar es el ejemplo de que esa música “sopla en el corazón” y es para la juventud la mejor forma de afrontar los temores ya que les brinda la posibilidad de encontrarse con el sentir profundo de la música.
Diana además aporta “la necesidad de más espacios para estos jóvenes ya que las normas y la legalidad del espacio público deslegitiman la labor cultural de estos jóvenes que fomentan transforman y alimentan con amor estas músicas
Aunque la Cumbia no nació en el interior del país, Bogotá parecería ser una excepción. Los “chachacos” en vez de estar tocando instrumentos de cuerda e interpretando ritmos como el Pasillo, la Guabina, o Vals están moviendo las caderas a ritmos más sensuales como la Gaita, el Porro y el “Merengue” que le permiten a sus habitantes recios sensibilizarse más sobre sus cuerpos como de sus almas, dejándose atrapar por el profundo misterio de esos seres de otro mundo como los Gaiteros. Déjese atrapar tómese un “Chorro” y prende las velas.

Por: @elmonocosmico

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