Rock in Rio empezó este año a más de 7700 kilómetros de dónde fue inventado y además tuvo un lanzamiento gigantesco a través de YouTube. No fueron los pioneros en realizar un festival a través de Internet y tener un éxito rotundo en compra de tiquetes, pero hablaremos de él por su cercanía temporal y su constante comparación con Rock al Parque.
Rock in Rio para muchos ha sido considerado la versión de Rock al Parque no gratuita, aunque es más bien al revés teniendo en cuenta la fama de Rock in Rio, la historia y el tamaño. En todo caso, la comparación va más a la organización y magnitud alcanzada por cada festival.
Hoy por hoy, los festivales son la fuente de ingresos más grande que tienen los músicos y la mayoría de personas dedicadas a este negocio. Su magnitud define la cantidad de ingresos recibidos por quienes trabajan en los festivales y la fama de cada músico. Por esa razón a la música le ha tocado reinventar su formato en vivo, mientras que la venta de música, si bien encontró una nueva forma de distribución (criticada por algunos, apoyada por otros) no ha tenido grandes cambios más allá del reinvento de cada género.
Esto quiere decir que la industria musical no ha cambiado excepto por la fase final de la cadena: los conciertos. Los festivales, precisamente, han tenido que inventarse formas más atractivas para que los asistentes se sientan atraídos por el evento más allá de los músicos que se presentan.
En Coachella vimos cosas tan impresionantes como la imagen en tamaño real de Tupac. Meses después pudimos vivir todo un festival exclusivo para YouTube y además con artistas que son famosos gracias a YouTube. Antes de eso vino Rock in Rio que decidió trasladarse, como lo hace Lollapalooza desde hace unos años, y llevar su nombre a otros lugares y, tal como lo hizo Coachella, presentarse de manera mundial en YouTube.
La gente, de todas maneras, sigue asistiendo a los eventos, las personas aún quieren ver a sus bandas favoritas, sentir el sonido en vivo, vivir el momento del concierto y “estar en la movida”. Es decir que la distribución digital de los festivales no elimina la posibilidad de que estos aún generen ingresos con entradas y patrocinios.
Rock in Rio, ejemplo que no es original, ni tampoco novedozo, es la muestra de cómo desde este año los festivales deben repensarse a sí mismos y ofrecerle a los asistentes nuevas maneras de vincularse a los eventos. “La movida” hoy en día también puede ser online y no elimina a la real.
Rock al Parque, del otro lado, sigue siendo un festival tradicional que se contenta con presentar artistas que rockean más por su actitud que por su género y artistas que rockearon en años anteriores y hoy sólo son bandas de tributo. La falencia de nuestro tan querido festival no es en el Line Up, sino en la organización que no tiene nada novedozo para ofrecerle a los asistentes excepto el nombre.