El jazz y la cumbia son formas de arte musical que se originan mediante la confrontación de las culturas negras y occidentales. El ritmo, el fraseo y la producción de sonido, y los elementos de armonía se derivan de la música africana y del concepto musical de los descendientes creando en ambos ritmos una semejanza que recorre orígenes similares.
Por el azar, la necesidad, el amor y la tristeza los humanos damos música a los oídos es la primera base que años después uno y otro, jazz y cumbia, tienden sin darse cuenta a reencontrarse ya sea por temporalidad o geografía o en personajes como Andrés Landeros y Louis Armstrong; Aunque su influencia suene extraña en ambos ritmos sus caminos han tendido a dejar huella en estas dos singulares y profundas músicas.
Si desentrañamos sus similitudes de sus influencias primarias continúa siendo lógico que contengan en sí mismas ritmos especiales o diferenciales en toda la música del mundo en el caso del jazz el ritmo enloquecedor y conocido como swing que en el caso de la cumbia podría denominarse como el “asunto”.
El papel de la improvisación en ambas deja en sí mismas esa destrucción de la racionalidad de la partitura que sostenía la influencia de la música occidental en especial de la clásica que no dejó del todo su aporte a ambas en el caso del jazz los instrumentos (cobres, trompetas, clarinetes etc.) o en el caso de la cumbia, la voz del español.
El sonido y un fraseo que reflejan la personalidad de los músicos ejecutantes es característica de las músicas americanas que en especial en estos dos ritmos es notable, como es el ejemplo claro de los Toño Fernández de los Gaiteros de San Jacinto, o las cantadoras del pacifico en la cumbia y en el jazz del mismo Armstrong.
Aunque suene descabellado Andrés Landeros influencia el Latin Jazz con canciones que se convierten (aunque de autor anónimo) en piezas como “este es el amor amor” que posesionan en Estados Unidos al Latin Jazz como una irreconocible influencia: por el lado del Jazz el clarinete y la trompeta son difundidas por los cubanos, puertorriqueños y demás trabajadores de países de la América Central que vienen a los Montes de María a los cultivos de caña, plátano y tabaco de la región del Caribe colombiano trayendo sus ritmos que terminan mezclándose en porros, merengues y paseos interpretados como un jazz por ejemplo por Lucho Bermúdez y Pacho Galán.
A lo largo de su historia, el jazz y la cumbia han pasado de ser unas simples músicas de baile popular a una compleja forma de arte reconocida y celebrada en todo el mundo. Paralelamente a dicho progreso, han cambiado también las actitudes hacia estas músicas: antes referidas a ellas como “el retorno de la música de los salvajes”, mientras que en ahora son declaradas como un “destacado modelo de expresión individual y cultural “ y o como un “excepcional tesoro nacional”.
La identidad musical del jazz y la cumbia es compleja y no puede ser aislada ni delimitada con facilidad. En primer lugar, aunque a menudo el término jazz y cumbia se use para hacer referencia a un idioma musical (música de jazz, música de cumbia) el jazz y la cumbia son en realidad familias de géneros musicales cuyos miembros comparten características comunes, pero no representan individualmente la complejidad de género como un todo.
En segundo lugar, sus diversas “funciones sociales” (el jazz y la cumbia pueden servir como músicas de fondo para reuniones o como música de baile y jolgorio, pero ciertos tipos de jazz y cumbia exigen una escucha atenta y una concentración profunda) requieren una ángulo de estudio diferente.
En tercer lugar, el tema de lo popular siempre ha generado un profundo debate sobre el jazz y la cumbia, moldeando su recepción por parte del público. Si bien es cierto que ambas son productos influenciados de la cultura afroamericana, siempre han estado abiertas a influencias de otras tradiciones musicales, y ya desde la década de 1920 ha sido ejecutado por músicos de diversas partes del mundo con un background muy diferente.
En ocasiones se ha mostrado como paradigma del jazz la obra de músicos comerciales, que los aficionados y la crítica han considerado subproductos alejados de la tradición, entendiendo por el contrario, que son abiertas como sus raíces a todo el mundo.